El At de Madrid ha ganado la final ante el Fulham en una agónica prórroga con la que se proclama campeón de la Europa League. Forlán esquivó el fatalismo histórico del club rojiblanco y evitó los penaltis marcando el gol de la gran victoria rojiblanca a falta de cuatro minutos para el final de la prórroga. Se lo merece el Atlético, se lo merece su afición, se lo merece Quique y se lo merecen sus jugadores. La historia y la suerte se reconcilian por fin con el Atlético de Madrid, que vuelve a ser campeón. Gran partido del Kun Agüero, de Domínguez, de Jurado y de Forlán, que es dinamita.
La consecución de este título es un triunfo vital del Atlético a todos los niveles. Sobre todo para la afición, castigada esta última década a sufrir. Es una inyección para los jugadores, siempre o casi siempre criticados. Y es agua bendita para la directiva, que ha sentido el desprecio de buena parte de la grada en diferentes tramos de la temporada. La recomposición del equipo y casi diría de la institución, que vuelve a tocar un título, ha sido canalizada por un hombre: Quique Sánchez Flores. Llegó a finales de octubre y ordenó un vestuario eternamente inestable. La disciplina y sentido común de Quique se transmitió al juego y el juego conectó a una grada que suavizó las iras con el palco. En parte por apuestas valientes como la de De Gea o Tiago, confianza en una defensa que hacía aguas y mimos a jugadores 'complicados' como Reyes. Aunque siempre mandan los resultados, y sobre todo los títulos.
Era demasiado tiempo sin sonreír en Europa. Sin pasear los colores y el sentir victorioso del Atleti por el Viejo Continente. 48 años de sequía y decepciones que hoy han quedado atrás, para el recuerdo borrable de un club con solera que este 12 de mayo ha vuelto a escribir una página gloriosa en su historia. Después de la consecución de aquella Recopa ante la Fiore, en 1962, el Atlético de Madrid padeció en esta misma competición contra el Tottenham (1963), y el Dinamo de Kiev (1986); y, aún más dolorosa, fue la derrota en la Copa de Europa de 1974 ante el Bayern Múnich. El dolor de ese largo peregrinaje se ve mitigado con la gran victoria de hoy: el Atlético es, con letras mayúsculas, el primer vencedor de la Europa League, antigua Copa de la UEFA y anteriormente Copa de Ferias.
"Atleti, Atleti". El grito rojiblanco recibía a los dos equipos en un Hamburgo Arena repleto de nervios. Ingleses y españoles, hermanados por las calles de la ciudad alemana, esperaban a unos jugadores que temblaban en el túnel de vestuarios. Tensión previa, "hasta que la pelota echa a rodar", como dijo Forlán antes del partido. O hasta que llegue el primero, pensaría. No tardó el Bota de Oro en presentar sus credenciales, en reivindicar su puntería, en acallar las voces que le discutían. La primera que tuvo la mandó al palo, la segunda a la red. El Atlético se adelantó tras una jugada a pierna cambiada de Reyes, la bajó de cabeza Simao y la intentó reventar Kun, pero falló y la pelota llegó mansa a Forlán, que de un toque subió el volumen de los cánticos rojiblancos.
Pero estamos hablando del Atleti, y el Atleti siempre complica lo que parece sencillo. Siempre. Se vieron campeones los de Quique por el gol, por la pobre propuesta inicial del Fulham; por la inspiración rematadora de Forlán y por la soltura creativa de Agüero. Era el minuto 32, demasiado pronto para los festejos. Aún quedaba un eterno partido. En el primer acercamiento serio de los Roy Hodgson, el Atleti mostró su peor cara: la defensa. Nadie fue capaz de cerrar a Zamora, ni de despejar después. Y Davies, de volea fusilaba a De Gea. Era irremediable, casi 'antiatlético', ganar una final sin sufrir. El Atleti pidió una mano en el área de Konchesky, pero Rizzolli no lo vio claro. Ujfalusi y Reyes, con sendos disparos, no evitaron el empate al descanso. Muy bien el meta Schwarzer, en todo el partido.
Salió vivo de la primera parte y se creció en la segunda. El Fulham mejoró en el toque, ganó en profundidad y se agrandó en espíritu. Incluso se oyó ligeramente a su gente en las gradas alemanas. Gera, el mejor de los ingleses, rompió las líneas del Atleti; Etuhu se hizo con el centro del campo; y Davies pegó todo lo que pasó por sus botas. Un disparo del galés a pase de Antonio López lo salvó De Gea con una gran intervención. El Atlético, que perdió el desparpajo, se partió y se limitó a la contra, fiando su destino a una jugada aislada, a la estrategia o directamente a la suerte. Mal presagio tratándose del Atleti. Y más en la prórroga. Fue inevitable alargar el partido porque el Fulham apenas dispuso de jugadas a balón parado, y porque el Atleti retomó tarde el control. Lo hizo de la mano de José Manuel Jurado, que reactivó al Kun y a Forlán, desasistidos hasta entonces. El Atleti abusó de balones altos al área, y ante las torres inglesas, era imposible. Kun intentó deshacer el empate tirándose en el área, pero no coló.
Con más de 60 partidos a sus espaldas, Atlético y Fulham simplificaron sus ataques y maximizaron sus defensas en la prórroga para forzar los penaltis, aunque el Atleti los intentó evitar hasta la extenuación, consciente de su histórica mala suerte. Forlán, en el 101', inquietó a Schwarzer, y luego ni Salvio ni Agüero acertaron a meter el balón dentro. Kun fue incluso a mirar que la red no estuviera rota por si se hubiera salido el balón. No entró el pelota, porque no habría sido del todo épico. Era mejor ganar a falta de un suspiro. Kun corrió, tanto que parecía que se iba a caer por inercia. Llegó, regateó y la metió para que Forlán, otra vez de un solo toque, marcara el gol de la gloria rojiblanca. Volvió 'el Glorioso' después de 14 años sin ganar títulos, el Atlético de Madrid vuelve a aspirar a otro histórico doblete. La primera Copa ya la tiene, la siguiente le espera. Enhorabuena y a Neptuno.
La consecución de este título es un triunfo vital del Atlético a todos los niveles. Sobre todo para la afición, castigada esta última década a sufrir. Es una inyección para los jugadores, siempre o casi siempre criticados. Y es agua bendita para la directiva, que ha sentido el desprecio de buena parte de la grada en diferentes tramos de la temporada. La recomposición del equipo y casi diría de la institución, que vuelve a tocar un título, ha sido canalizada por un hombre: Quique Sánchez Flores. Llegó a finales de octubre y ordenó un vestuario eternamente inestable. La disciplina y sentido común de Quique se transmitió al juego y el juego conectó a una grada que suavizó las iras con el palco. En parte por apuestas valientes como la de De Gea o Tiago, confianza en una defensa que hacía aguas y mimos a jugadores 'complicados' como Reyes. Aunque siempre mandan los resultados, y sobre todo los títulos.
Era demasiado tiempo sin sonreír en Europa. Sin pasear los colores y el sentir victorioso del Atleti por el Viejo Continente. 48 años de sequía y decepciones que hoy han quedado atrás, para el recuerdo borrable de un club con solera que este 12 de mayo ha vuelto a escribir una página gloriosa en su historia. Después de la consecución de aquella Recopa ante la Fiore, en 1962, el Atlético de Madrid padeció en esta misma competición contra el Tottenham (1963), y el Dinamo de Kiev (1986); y, aún más dolorosa, fue la derrota en la Copa de Europa de 1974 ante el Bayern Múnich. El dolor de ese largo peregrinaje se ve mitigado con la gran victoria de hoy: el Atlético es, con letras mayúsculas, el primer vencedor de la Europa League, antigua Copa de la UEFA y anteriormente Copa de Ferias.
"Atleti, Atleti". El grito rojiblanco recibía a los dos equipos en un Hamburgo Arena repleto de nervios. Ingleses y españoles, hermanados por las calles de la ciudad alemana, esperaban a unos jugadores que temblaban en el túnel de vestuarios. Tensión previa, "hasta que la pelota echa a rodar", como dijo Forlán antes del partido. O hasta que llegue el primero, pensaría. No tardó el Bota de Oro en presentar sus credenciales, en reivindicar su puntería, en acallar las voces que le discutían. La primera que tuvo la mandó al palo, la segunda a la red. El Atlético se adelantó tras una jugada a pierna cambiada de Reyes, la bajó de cabeza Simao y la intentó reventar Kun, pero falló y la pelota llegó mansa a Forlán, que de un toque subió el volumen de los cánticos rojiblancos.
Pero estamos hablando del Atleti, y el Atleti siempre complica lo que parece sencillo. Siempre. Se vieron campeones los de Quique por el gol, por la pobre propuesta inicial del Fulham; por la inspiración rematadora de Forlán y por la soltura creativa de Agüero. Era el minuto 32, demasiado pronto para los festejos. Aún quedaba un eterno partido. En el primer acercamiento serio de los Roy Hodgson, el Atleti mostró su peor cara: la defensa. Nadie fue capaz de cerrar a Zamora, ni de despejar después. Y Davies, de volea fusilaba a De Gea. Era irremediable, casi 'antiatlético', ganar una final sin sufrir. El Atleti pidió una mano en el área de Konchesky, pero Rizzolli no lo vio claro. Ujfalusi y Reyes, con sendos disparos, no evitaron el empate al descanso. Muy bien el meta Schwarzer, en todo el partido.
Salió vivo de la primera parte y se creció en la segunda. El Fulham mejoró en el toque, ganó en profundidad y se agrandó en espíritu. Incluso se oyó ligeramente a su gente en las gradas alemanas. Gera, el mejor de los ingleses, rompió las líneas del Atleti; Etuhu se hizo con el centro del campo; y Davies pegó todo lo que pasó por sus botas. Un disparo del galés a pase de Antonio López lo salvó De Gea con una gran intervención. El Atlético, que perdió el desparpajo, se partió y se limitó a la contra, fiando su destino a una jugada aislada, a la estrategia o directamente a la suerte. Mal presagio tratándose del Atleti. Y más en la prórroga. Fue inevitable alargar el partido porque el Fulham apenas dispuso de jugadas a balón parado, y porque el Atleti retomó tarde el control. Lo hizo de la mano de José Manuel Jurado, que reactivó al Kun y a Forlán, desasistidos hasta entonces. El Atleti abusó de balones altos al área, y ante las torres inglesas, era imposible. Kun intentó deshacer el empate tirándose en el área, pero no coló.
Con más de 60 partidos a sus espaldas, Atlético y Fulham simplificaron sus ataques y maximizaron sus defensas en la prórroga para forzar los penaltis, aunque el Atleti los intentó evitar hasta la extenuación, consciente de su histórica mala suerte. Forlán, en el 101', inquietó a Schwarzer, y luego ni Salvio ni Agüero acertaron a meter el balón dentro. Kun fue incluso a mirar que la red no estuviera rota por si se hubiera salido el balón. No entró el pelota, porque no habría sido del todo épico. Era mejor ganar a falta de un suspiro. Kun corrió, tanto que parecía que se iba a caer por inercia. Llegó, regateó y la metió para que Forlán, otra vez de un solo toque, marcara el gol de la gloria rojiblanca. Volvió 'el Glorioso' después de 14 años sin ganar títulos, el Atlético de Madrid vuelve a aspirar a otro histórico doblete. La primera Copa ya la tiene, la siguiente le espera. Enhorabuena y a Neptuno.
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